Cuestión de voluntad política…

2 10 2007

Ayer Camps y Barberà pusieron la primera piedra del Circuito de F1. Que conste que estoy a favor de que este magnífico evento venga a Valencia, pues desde hace un par de años, si puedo, sigo las carreras de F1 (no como para levantarme a las seis de la mañana, pero sí pero echar un vistazo si estoy por casa o seguir la clasificación del mundial), y creo que es una estupenda promoción internacional para la Comunidad Valenciana y en especial para Valencia.

Lo que no deja de sorprenderme es que una decisión tomada a finales de la pasada legislatura, (recordemos el chantaje al que querían someter a la sociedad valenciana), y rubricada definitivamente el 1 de julio en Londres, ya esté adjudicada (supongo que en los presupuestos 2007 no había consignación para ello; claro, como no iba a costar nada, aunque ahora parece que el precio de licitación es de 41,2 mill. de euros) y en mayo vaya a estar acabada. Lo cual demuestra que cuando algo interesa se hace, y cuando no se pospone sine die, léase por ejemplo el nuevo complejo hospitalario La Fe o la multitud de centros escolares pendientes de ejecución.

¿A nivel local, por ejemplo en un sitio como Alaquàs, podría tener esto equiparación? Rotundamente no.

Primero porque el programa electoral es ampliamente conocido y exigido (véanse sino los comentarios a la primera de mis anotaciones en este blog), hoy en día resulta temerario acudir a unas elecciones locales sin haber cumplido en gran medida el programa electoral y justificar aquello que no se haya cumplido. Dicho de otro modo, la proximidad a los vecinos y vecinas (que al final van a ser los electores) ejerce una mayor influencia sobre las decisiones políticas para que se mantengan en la dirección correcta (al menos, para la mayoría); lo cual, no deja de ser por otra parte tremendamente positivo.

Segundo porque el margen de maniobra para cambiar proyectos de envergadura a nivel local es pequeño, el presupuesto es mucho más reducido y los recursos disponibles (humanos, materiales, etc.) menores, lo cual obliga, desde el principio a una planificación detallada y razonada de todo aquello que se vaya a realizar (al menos a grandes rasgos) donde caben pocos cambios e improvisación.

Como conclusión, sólo puedo decir que ¡viva la política local!