Aprovechando que hacía buen día hemos salido toda la familia a Valencia. Nos gusta mucho pasear por el centro, por el mercado de Barón de Cárcer, la plaza Redonda, y después de pasar por la plaza de la Reina, llegar hasta la plaza de la Virgen para que los niños les echen migas de pan a las palomas y corran detrás de ellas, también nos encanta pasear por el caso antiguo y, literalmente, perdernos entre las callejas, que alguna nos ha pasado al perder la orientación.
Hoy hemos aprovechado para ver la nueva plaza del Almudín que se ha levantado sobre las ruinas romanas allí encontradas. La idea de cubrir una parte de las ruinas (porque la mayoría está bajo el cemento de la plaza) con cristal y por encima de éste, con una lámina de agua de unos 10 cm. puede parecer bonita, pero desde luego es poco práctica para poder verlas, ya que con los reflejos de la luz sobre el agua es difícil ver los elementos, se hace necesario entrar al museo. Ya es una cuestión de gustos, pero la construcción no parece estar en harmonía con el entorno. Dentro del museo, a destacar el mapa de la ciudada romana, Valentia, labrado sobre piedra, granito creo, de varios metros de lado, emulando el que en su día mandó construir el emperador Septimio Severio para la ciudad de Roma. Con indignación constatar que el acceso a la plaza desde la plaza de la Reina sí dispone de una rampa para personas con movilidad reducida, pero no lo hay desde el lado opuesto, es decir, desde la propia calle Almudín, lo cual obliga a dar un amplio rodeo, y esto me hace preguntarme si estamos en una ciudad europea del siglo XXI.
Después nos hemos acercado a la exposición Hasta aquí llegó la riada, Valencia y el Turia (1957-2007), que está en el Almudín. Me ha parecido muy, muy interesante, más después de la nueva riada, aunque de menores dimensiones, que hemos tenido este puente del 12 de Octubre. La introducción histórica (desde los romanos, cómo no) muy ilustrativa, y las fotografías del desastre, algunas de gran tamaño, muy espectaculares. Marcó un punto de inflexión en Valencia y en su entorno metropolitano y es bueno tenerlo presente porque no se puede entender la Valencia de los últimos años sin este suceso. Lo más impactante sin lugar a dudas, sobre uno de los paneles separadores de la exposición, las marcas hasta donde llegó el agua en cada uno de los barrios, extremece ver la marca de ¡5 metros de altura! en la calle Dr. Oloriz allá arriba. También interesante el muro donde se pueden dejar recuerdos de aquellos días (aunque con tiza y no se ve nada).
Como siempre, debe ser que tengo algún desequilibrio y no veo nunca nada perfecto, tres aspectos negativos: los textos que acompañana a las fotografías sólo están en castellano, algo realmente incomprensible pues se trata de una exposición de máximo interés para los valencianos y valencianas y no entiendo cómo no se respetan las dos lenguas oficiales; en segundo lugar, la autoría y la fecha de la mayor parte de las fotos no está indicada, de manera que no se sabe ni quién las hizo o las ha cedido para hacer la exposición ni cuándo se hicieron; y por último, cuando he ido a comprar el catálogo de la exposición, del periodista y comisario de la exposición Francisco Pérez Puche, resulta que allí no lo venden y hay que ir a la librería contigua al ayuntamiento, que evidentemente, los domingos cierra, y he tenido que venirme sin dicho catálogo (o libro, que tampoco tengo muy claro), con lo cual, dudo ya que pueda conseguirlo.
Después de un día así,
Gema todavía tenía ganas de diversión, pero Gabi,
lógicamente no ha podido resistirlo.
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